La resiliencia es la capacidad de sobreponernos a situaciones difíciles de manera positiva. Es la decisión de, aunque nos sintamos abatidos, no darnos por derrotados. Algunas situaciones pueden ser más intensas que otras, pero todas hay que afrontarlas porque, nos guste o no, las dificultades son parte de nuestro desarrollo, y superarlas y transformarlas en experiencias positivas es ser resilientes.
Debemos estar conscientes de que no podemos evitar sufrir con el impacto de las adversidades, pero la resiliencia es la armadura que nos protege para reponernos y salir fortalecidos.
La importancia de la red de apoyo
El aislamiento promueve la inseguridad y el miedo. Una consecuencia positiva de tener una red de apoyo con amigos, familiares o personas de valor para nosotros es que este soporte se convierte en el centro del desarrollo de la resiliencia.
Al ser parte de esta red tenemos la oportunidad de recibir y ayudar a otros, permitiéndonos sentir útiles, valiosos y confiados en que, si puedo sostener a alguien más, también puedo hacerlo conmigo mismo (a).
Muchas veces llegamos a creer que la rutina es aburrida, pero podemos sacar grandes ventajas de ella; por ejemplo: hoy sientes que te levantaste con el pie izquierdo, ves que nada está saliendo bien, pero, como sabes que tienes una rutina que cumplir, la disciplina y la responsabilidad te harán que logres sacar las tareas del día, sintiéndote satisfecho (a). De alguna manera, esto también es sobreponerse a las dificultades.
La naturaleza nos da ejemplos para entender mejor este término. Las palmeras y la planta de junco son admirables porque en las peores tormenta y huracanes se les puede ver cómo se doblan sus troncos, pero cuando pasa la tempestad, vuelven a enderezarse. La persona resiliente hace lo mismo. Soporta en medio de la dificultad y, cuando ha pasado, su ánimo se repone para continuar de la mejor manera, más fortalecida por la experiencia adquirida.
Tres consejos para desarrollar la resiliencia
- Conócete: Saber qué fortalezas y qué debilidades tienes puede ayudarte a saber lo que más se te dificulta para trabajar en ello, fortalecerlo y, en el momento que lleguen los problemas, afrontarlos de mejor manera.
- Fortalece tu autoestima: Tener una autoestima alta nos hace sentir valiosos (as) y seguros (as) de nosotros mismos (as) y de lo que podemos lograr. Esto es importante para fortalecer el carácter y evitar que las dificultades nos dobleguen fácilmente y tengamos una mejor capacidad para reponernos.
- Aprender de los errores: Todos, en más de una ocasión, nos vamos a equivocar, pero si entendemos que cometer es errores nos da la oportunidad de aprender, crecer y mejorar, nos vamos moldeando y ajustando para poder responder adecuadamente ante las situaciones desfavorables, sacarles provecho y reflexionar para evitar que vuelva a repetirse.
Entre las características relevantes de una persona resiliente se encuentran:
- El optimismo y la positividad, que les permiten aumentar la capacidad de tolerancia ante la adversidad.
- La constancia para no darse por vencido y mantener una lucha continua.
- La paciencia, perseverancia y la capacidad de gestionar positivamente las emociones.
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