Cuando te preguntan quién eres, ¿qué respondes? Algunas personas lo primero indican es su profesión u oficio, otras su nacionalidad o cultura, su vínculo con otros o el rol que estén ejerciendo, pero ¿estas opciones responden a quién eres?
La Real Academia Española (RAE) define al autoconcepto como la opinión que una persona tiene sobre sí misma y que lleva asociado un juicio de valor.
En nuestra vida cumplimos muchos roles que nos acercan o encaminan hacia nuestras metas de vida y objetivos. Nuestra personalidad, ideología, religión, filosofía de vida, entorno cultural también ayudan a construir la idea que tenemos sobre quién somos.
Sin embargo, esta idea no es permanente, va cambiando con el tiempo porque es sensible a los efectos de las facetas y roles que el individuo va asumiendo a lo largo de su vida, los cuales aportan a su construcción.
¿Por qué es importante conocernos a nosotros mismos?
Entre más nos conozcamos, lograremos comprendernos con mayor facilidad y podremos relacionarnos mejor con los demás.
El Ph.D. y profesor de Psicología, Edward Tory Higgins, desarrolló la teoría de las discrepancias entre yoes (1987), en donde explica que existen varias visiones del Yo:
- Un yo ideal: es el que nos dice como queremos llegar a ser.
- El yo real o responsable: el que nos da la idea de cómo deberíamos ser.
- El yo real, pero potencial: que nos indica hasta qué punto podemos llegar a ser.
- El yo social o esperado: es el que nos ayuda a predecir o imaginarnos lo que podemos llegar a ser en el futuro.
Identificar las diferencias que existen entre las distintas visiones del “Yo” nos permite realizar un profundo análisis de nosotros mismos y nuestros intereses, y definir nuestro autoconcepto.
Pongamos un ejemplo para visualizar la dinámica entre los distintos Yoes. Imaginemos que en nuestro Yo Ideal nos vemos como personas empáticas, pero cuando nuestro compañero llega tarde a una reunión, le criticamos fuertemente delante de todos sin consultar la razón de su demora, entonces el Yo Real es opuesto a nuestro Yo Ideal, generándose una diferencia entre cómo creemos que somos y cómo realmente somos. Si la próxima vez, antes de emitir un juicio, preguntamos si pasó algo que le hiciera llegar tarde, transformaremos nuestro Yo Real, acercándolo a nuestro Yo Ideal, y nos sentiremos mejor con nosotros mismos.
La presión social puede ser abrumadora, especialmente durante el período de la adolescencia y juventud, en donde las personas prestan mucha atención a la forma cómo son percibidos por los demás, construyendo un autoconcepto desde la percepción que los otros tienen o esperan de mí (Yo Social).
En resumen, el autoconcepto es una definición viva, que se va construyendo de acuerdo con las experiencias que vivimos, a las relaciones sociales que construimos y, en general, a la evolución que experimentamos como personas.
Debemos saber que, aunque la autoestima está muy relacionada con el autoconcepto, no es lo mismo. El autoconcepto se refiere a la opinión que tenemos de nosotros mismos, mientras que la autoestima se refiere a nuestra forma de valorarnos, en otro artículo profundizaremos más sobre este concepto.
Gracias al autoconcepto reafirmamos que todos los seres humanos somos diferentes los unos de los otros. Cuando nos damos cuenta de esas diferencias y destacamos los aspectos que poseemos, construimos nuestro autoconcepto, y como resultado actuaremos de una forma e identificaremos la manera particular en que los demás se comportan ante nosotros.
La visión y conocimiento que tengamos de nosotros mismos nos permite proyectar lo que queremos ser en el futuro y ajustar algunos de los aspectos de nuestra vida para intentar alcanzar las metas deseadas; cambiar o mejorar actitudes personales que no nos gustan o que pueden impedir que seamos mejores personas.
Tomando consciencia de nuestro autoconcepto
Hay muchas cosas que puedes decir de ti mismo tomando como referencia tu nacionalidad, tu cultura, religión, roles que llevas a cabo, tus valores, habilidades, entre muchas otras características.
Toma papel y lápiz y comienza a escribir un párrafo en donde te describas a ti mismo. Ahora imagina esta situación: estás en un edificio de oficinas, entras en el ascensor y aprietas el botón del piso 18. El ascensor comienza a subir y se detiene en el piso 4, increíblemente se monta la persona que más admiras en el mundo y marca el piso 14. Tienes 10 pisos para presentarte y causar una fuerte impresión en tu ídolo. ¿Qué dirás?
Este ejercicio se llama El discurso del ascensor (Elevator Pitch en inglés) que es una técnica de Marketing y Ventas en donde tienes que lograr una venta con un mensaje impactante, atractivo y con enganche para captar la atención de tu audiencia, y ¡solo tienes 30 segundos para lograrlo! ¿Imposible? Pues es lo que sucede en los comerciales; así que vos también podrás crear un discurso enfocado en tu esencia para describirte a ti mismo.
En EmpleandoMentes queremos ayudarte con herramientas que te faciliten la creación de tu camino. Seguinos en nuestras redes sociales en Facebook e Instagram, visita nuestra página web y escribinos si deseas que nuestros especialistas te brinden orientación en tu proceso.
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